Y cuánta gente murió entretanto por pensar como ella piensa hoy. Cuántos ciegos y mutilados por haber hecho pública una fe que hoy es la del Estado. El hombre, en su miserable confusión, levanta con la mente complicadas arquitecturas y cree que aplicándolas con rigor conseguirá poner orden al tumultuoso y caótico latido de su sangre. La Muerte del Estratega, 1990.
Este libro recoge lo que yo creía libros, lo que me faltaba para completar la obra en prosa del colombiano Álvaro Mutis. Tamaña mi pena al encontrarme con un librillo de 200 páginas. Decepción mayúscula porque Mutis es uno de los autores que más me llena. Y porque ya sólo puedo releerlo, a no ser que publique nuevos libros, lo que sería todo un acontecimiento.
El señor Mutis es un personaje extraño. Monárquico en la América hispana, iberista, admirador de los bizantinos, de Napoleón y de los perdedores que nunca salen ni en los libros de historia ni en la televisión. El creador de la serie de novelas de Maqroll el Gaviero, reúne en Relatos de Mar y Tierra sus, Cuadernos de Lecumberri, los textos de Álvar Matos y los relatos La mansión de Araucaíma y La Muerte del estratega, entre otros textos breves. Decepción en cuanto al tamaño, disfrute en cada línea de su escritura europea, fina, sin rococós, grandilocuente y al mismo tiempo precisa y cargada de aromas americanos y universales, de sentimientos y de verdades. No es una hagiografía de héroes, ni el canto hueco que lloran los inútiles, es un relato de hombres que vivieron y murieron como pudieron. Haciendo mal y haciendo bien, disfrutando de sus años y haciendo a la humanidad un poco menos merecedora de su extinción.
MUTIS, Álvaro, Relatos de Mar y Tierra. Editorial de Bolsillo (2008).
Una respuesta a “Reseña I, Relatos de mar y Tierra, de Álvaro Mutis”
Creo que de los renombrados autores latinoamericanos Mutis es de los pocos que me faltan por leer, pero reseñas como ésta y otras al calor de una birra me están acercando a sus páginas aceleradamente.
Gracias Iñigo por contagiarnos tu entusiasmo y abrirnos la mente a otras islas, costas y derrotas, siempre sin banderas.